Desde Barcelona 1992, que marcó un antes y un después en esto del olimpismo, el deporte español ha crecido a pasos agigantados. Ya no sólo me refiero a los éxitos deportivos conseguidos en aquella olimpiada, también, por supuesto, a la magnífica generación derivada de aquel evento que está dando sus frutos en la actualidad.
Las olimpiadas son una inversión del presente, pero no olviden el futuro. Los éxitos llegarán. Los Nadal, Gasol y compañía son los resultados de la fuerte inversión que un gran día se hizo por uno de los regalos de los dioses: el deporte. Madrid 2020 puede seguir regalándonos ilusión y deporte, cosa que escasea en los tiempos que corren.
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